Actualmente
vivimos en una sociedad en la que cada semana se destapa un escándalo
relacionado con la corrupción o los “trapicheos” políticos.
Empezaré
por definir lo que yo entiendo por corrupción. La corrupción se trata de un abuso
de poder cuyo único fin es el beneficio personal; en el caso que aquí tratamos,
de la política, la utilización del estatus público deriva en actuaciones para el
interés propio.
En
España, estuvo hasta hace poco de actualidad el caso “Camps” en el que se
intentó destapar una trama llevada a cabo por ciertos políticos que, basada en
regalos y favores, lo único que hacían era lucrarse ellos mismos y sus
“compinches”.
Otra
situación alarmante y actual es el caso “Urdangarín”. En esta ocasión no tiene
tanto que ver con la política directamente pero si se puede apreciar como
gracias al estatus que le concedió ser miembro de la Familia Real , tras casarse con la Infanta Cristina , pudo crear
empresas falsas con las que ganaba dinero por organizar eventos públicos y
deportivos, que finalmente no se llevaban a cabo, pero que suponían unos
ingresos en las cuentas de la supuesta entidad que más de un ciudadano de a pie
quisiera tener, y más en los tiempos en los que corren.
Aún
no se ha dictaminado una sentencia contra aquella acusación y en pleno proceso
de instrucción lo que está claro, es la existencia de paraísos fiscales que son
el destino de las ganancias de los actores implicados en esta trama y la de más
representantes nacionales que no se quedan cortos. Lo verdaderamente
preocupante es que ese dinero no lo ganaron fruto de un duro trabajo o
simplemente porque les tocara la lotería, sino porque se produjo una corrupción
y un robo de bienes públicos. Con esto quiero decir que todo el dinero que los
ciudadanos de a pie estamos aportando con nuestros impuestos, en ciertos casos
no va destinado a pagar los servicios y las infraestructuras necesarias y
básicas, sino que una parte se está destinando por algunos de nuestros queridos
políticos y destacados personajes, a otro asunto como es el beneficio propio y el
aumento de la riqueza personal.
En
conclusión, creo que mi opinión sobre la política en los tiempos que hoy corren
está clara, y no es precisamente a favor.
María, muchos compartimos tu indignación pero no deja de ser peligrosa. Los "nuevos políticos" que estan apareciendo en Europa como los adalides anti-corrupción, como Marie Le Pen en Francia o el dirigente del partido neonazi griego que ha obtenido más de 2o diputados, ponen los pelos de punta.
ResponderEliminarPdt: Lo mismo ocurrió en Alemania en los años 30.
Estoy totalmente de acuerdo, se están llegando a unos puntos en los que en vez de avanzar y progresar estamos volviendo al pasado sin darnos apenas cuenta.
ResponderEliminar