sábado, 27 de octubre de 2012

Quizás Platón no estuviera demasiado equivocado...

Platón, llamado así por lo ancho de sus espaldas, fue un gran filósofo que escribía en forma de diálogos, es decir, mediante la interacción de dos interlocutores (costumbre y forma que adopto de Sócrates). Estos escritos se podían agrupar en cuatro etapas: diálogos de juventud, diálogos de transición, diálogos de madurez y diálogos de vejez.
            
         En uno de sus diálogos de madurez, “La República”, instauró lo que para él sería un estado ideal, un modelo a seguir. Estaba basado en el intelectualismo moral. Platón afirmaba que los políticos que gobiernen deberían tener el conocimiento de las ideas. Para ello debían de recibir una educación desde los cinco años hasta casi los cincuenta años, todo un recorrido por el que llegarían al conocimiento de la verdad.

            La mejor forma de gobierno para Platón era el estado platónico, un estado aristocrático. Pero sólo en el sentido etimológico (los mejores), con esto Platón dirigía el poder del gobierno de un estado a los hombres o mujeres capacitados para desempeñarlo.

            Ahora bien, desde mi punto de vista en este aspecto las ideas platónicas expuestas son acertadas. Para mí una persona que deba dirigir un estado es aquella que es plenamente consciente de lo que ello conlleva y sobretodo estar lo suficientemente preparada pensando en el bien del pueblo, el bien de la comunidad y no en los propios intereses personales, como bien explicaba Platón. Y si para ello deben de recibir una educación “especial o exclusiva” (destinada a su formación) que así sea.

            Platón estaba en completo desacuerdo con las doctrinas utilizadas por los sofistas. Estos habían enseñado retórica a la juventud, pero esta retórica estaba basada en conjeturas y meras opiniones personales, por lo que les manejaban a su antojo engañándoles para únicamente buscar el beneficio personal. Este problema que planteaba Platón con los sofistas lo encuentro yo en la sociedad actual. Me explico, numerosos políticos en la actualidad no saben establecer la barrera que separe el beneficio propio (lo que se correspondería con un alma apetitiva, guiada por el deseo) y el bien y la felicidad de todo un pueblo al que representan. Suelen guiarse por el primero de los casos, dejando a un lado la verdadera función que desempeñan y sobretodo el por qué de ello.
            

2 comentarios:

  1. Bien María.
    Un detalle: al final del segundo párrafo mejor "verdad" que "razón".
    Otro: quizá estuviera mejor el último párrafo como el segundo ¿no?
    Saludos

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  2. Sí, estoy totalmente de acuerdo. Parece más una conclusión que el último.

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